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martes, 19 de mayo de 2020

Dos ríos acabados

Carta al director publicada en La Nueva España, 15 de mayo de 2020

Parece que ya queda poco para que podamos volver al río con la caña. Sin embargo no lancemos cohetes. No están las cosas para ello, ni cerca, ni lejos del río. Además de la proliferación descontrolada de predadores - cormoranes, garzas, patos, nutrias - en la mayoría de los cursos, existe otro factor que también incide muy negativamente en las poblaciones de reos y salmones. 

Me refiero a la pesca con redes en los estuarios. Es una práctica prohibida, que sin embargo se consiente. Al menos, en algunos casos. Pondré dos ejemplos. Hace años, mi río en verano era el Esva. Había bastantes salmones, aunque a mí me bastaba con los reos. Allí disfruté de mis mejores años como pescador, y lo digo con tristeza, porque ya llevo varios años sin pisar aquellas márgenes. Cuando había peces el guarda mayor no escatimaba esfuerzos, vigilando día y noche. Pero el bueno de Armando se jubiló, y el río se acabó. Al menos en su tramo inferior, que era el más poblado por salmones y reos. Parece increíble que una sola persona pueda condicionar las cosas de ese modo, pero la realidad es tozuda, y en otros órdenes también nos es dado comprobarlo. 

Otro ejemplo. El río Esqueiro. Nada que ver con el Esva. Mucho más modesto. Pero hace varias décadas tenía muchas truchas. Y hasta hace dos, siempre tenía algún reo. No demasiados, pero en verano no era difícil llevarte uno o dos a casa, y con ellos media docena de truchas. A veces no picaba ninguno, pero al menos los veías. Ahora ya ni éso. La razón, muy sencilla: a diario una o varias lanchas echan sus redes en la misma desembocadura. Cualquiera puede verlas si acude allí de buena mañana. ¿Es posible? Les aseguro que sí. ¿Por qué? Eso lo ignoro, aunque puedo asegurles que por mi parte se lo hice saber a cuantas autoridades o responsables se supone que debían tomar cartas en el asunto. De eso hace años, y hasta hoy. Y entre unas cosas y otras, así estamos...