sábado, 9 de diciembre de 2023

Un proyecto que da que pensar

Carta al director publicada en La Nueva España el 9 de diciembre de 2023 

La última idea de incorporar dos parques eólicos a nuestra fachada marítima me ha dado que pensar. De entrada, el proyecto dista mucho de ser irrelevante: 61 molinos de 162 metros de altura que ocuparían una superficie aproximada de 185 kilómetros cuadrados, más que el concejo de Gijón. Aunque lo peor sería el gran daño que sin duda causaría a nuestros caladeros -se dice que los molinos ahuyentan los peces- y a nuestros pescadores, tan castigados ya con tantas cuotas y recortes. Pero es que hay más. La idea la alumbra una empresa cordobesa, y parece que la electricidad se evacuaría a Lugo. Regionalismos aparte, igual de descabellado me parecería el proyecto si todos los actores fuesen asturianos. Pero da la impresión de que quieren adornarlo para cabrearnos. ¡Y qué casualidad!, por el medio anda el Ministerio para la Transición Ecológica, tan devoto de nuestros ganaderos como parece pretender serlo ahora de nuestros pescadores. Lo será si apoya la idea, que, repito, me parece tan extravagante y tan fuera de lugar que solo acierto a explicarla pensando mal. ¿Será que el citado Ministerio pretende congraciarse con nosotros descartándola a posteriori? ¿O será que definitivamente nuestros políticos solo saben crearnos problemas? Porque, claro, no quiero pensar que haya oscuros intereses detrás... El caso es que mucho presumir de paraíso, y nuestros montes coronados de molinos, y la costa camino de lo mismo. ¿Pero hace alguna falta? ¿De verdad lo necesitamos? Nosotros, desde luego que no, pero al parecer para alguien resulta muy interesante. Mientras tanto me parece tan insensata la idea que espero no ver nunca los dichosos molinos en el horizonte. Aunque no me atrevo a asegurar nada, porque no era menos disparatado dejarnos sin tren en el centro de Gijón, y ya sabemos qué ocurrió...

sábado, 13 de mayo de 2023

El problema del salmón

  Carta al director publicada en La Nueva España, 13 de mayo de 2023 

La temporada actual lleva camino de ser recordada en materia de pesca, y no para bien. Antes de echar las cañas ya se cuestionó ampliamente la nueva normativa, que como siempre se centró exclusivamente en alejarnos un poco más del río a los pescadores. Y ahora mismo, en el mejor momento de la temporada, nos encontramos con que no hay salmones en nuestros ríos. Existen opiniones abundantes para explicarlo, y admito que son plurales las causas. Pero cualquiera que conozca mínimamente el río sabe bien la principal: el aumento incontrolado de los predadores. No sirven de nada, o de bien poco, las repoblaciones, si los esguines que tanto esfuerzo cuesta criar no llegan al mar. Los futuros salmones descienden el río en busca del océano lentamente y agrupados, siendo presa fácil de cormoranes, nutrias y lubinas. Es lo que hay. Podremos hablar de la calidad de las aguas, de las pesquerías en alta mar, o de los picos de población. Pero la auténtica realidad de que apenas haya salmones, truchas o reos en los ríos asturianos, es que sobran predadores y falta voluntad para eliminarlos.

Y seguiremos en el centro de la diana los pescadores, porque es más sencillo decir que son las cañas las que esquilman los ríos. No es verdad. Apenas se pesca ya, y cada vez hay menos peces. Algunos dirán que lo que habría que hacer entonces sería prohibir la pesca, y yo les respondería que si nos vamos del río los pescadores aún camparían más a sus anchas los predadores, pues las cañas no los eliminan, pero al menos los espantan un poco. ¿Qué pasó con el urogallo? Se prohibió su caza, y ello supuso el principio del fin. Y por la misma razón: por el aumento desproporcionado de sus predadores. Ahora nos gastamos un pastizal para su cría en cautividad, pero ni un euro en reducir sus enemigos. Y así ni tiene futuro el urogallo, ni lo tienen los salmónidos.

Uno conoció tiempos muy buenos en el río, y siente tristeza y rabia por la situación actual. Porque, insisto, la solución es sencilla. Pero quien debería revertirla prefiere mirar para otro lado antes que agarrar al toro por los cuernos. Y lo peor de todo es que les pagamos por ello.

 

martes, 18 de octubre de 2022

Prohibir hasta morir

 Carta al director publicada en La Nueva España, 18 de octubre de 2022

 Estos días andan bastante sublevados los colegas de la caña por las nuevas limitaciones que se anuncian para el próximo año. Ni siquiera voy a entrar en la pertinencia o idoneidad de las mismas. Me parece mucho más útil recordar que desde hace décadas venimos padeciendo los pescadores un continuo retroceso en nuestros derechos, a causa del incesante caudal de restricciones que soportamos. Y lo peor no es esto. Lo peor -al menos para nosotros- es que cada vez hay menos peces. ¿Por qué? Porque prohibir, solo prohibir, no sirve de nada. Y no sirve porque los pescadores no somos ni los únicos ni los principales responsables de que los ríos estén como están. Los verdaderos responsables son los depredadores y, por supuesto, los malos, los pésimos gestores. Por tanto, si lo que de verdad se quiere -que uno ya hasta lo duda- es que haya peces en el río, lo primero sería dejar la gestión a los mejores, y lo segundo meter mano de verdad a los depredadores, y a los furtivos que aún quedan, sobre todo a la entrada de las rías. Los ríos deberían gestionarlos pescadores y guardas veteranos y expertos de la zona, y biólogos independientes de reconocido prestigio. No políticos. La realidad es tozuda, y así lo demuestra. Siendo difícil, cada vez estamos peor. Y si aún quedan cuatro peces, es gracias a las asociaciones de pescadores. No hace falta que sigan rebajando los cupos. ¿Para qué, si apenas queda qué pescar? Lo que hace falta es que haya más, muchos más peces. Pero claro, si dejamos que impere la dictadura del fundamentalista ecologismo de salón, que prefiere que haya cormoranes sin tasa antes que salmónidos, o manadas de lobos antes que rebaños, no hay nada que hacer. Seguirán las limitaciones, y llegará un día que ya no habrá qué pescar. Que, al paso que vamos, no lo veo lejano. Claro que a lo peor es lo que buscan, porque tanta torpeza no se comprende.

martes, 4 de octubre de 2022

Campeones del mundo

 

 Carta al director publicada en La Nueva España, 4 de octubre de 2022

Acaba de celebrarse en Asturias el Campeonato del Mundo de Pesca a Mosca, y España se ha proclamado campeona. Bastantes acaso lo desconozcan aún a causa de la extrañamente escasa cobertura informativa del evento, no obstante su indudable relevancia. Me pregunto los motivos, y no se me ocultan el cansino, estúpido e injustificable ninguneo, y la creciente estigmatización de la caza y de la pesca. Este es un mundo de modas, y una de las tendencias más instaladas es la de no hacer daño a los animales. Que, dicho así, parece cabal, pero además de que demasiadas veces exageran bastante, algunos somos algo raros, y por llevarlo en nuestros genes y haberlo mamado, ya crecimos cazando y/o pescando. Comprendo que esto es algo muy difícil de entender por el grueso de la tropa, y ya nos lo demuestran bien un día sí y otro también. Porque, en un mundo que también se dice tolerante y libre, poco o nada se nos consiente a nosotros. Entre otras cosas, porque no agarramos bien el toro por los cuernos, y decimos hasta aquí hemos llegado.

También me sorprendió que se eligiese nuestra región para el evento, y que al parecer las cosas saliesen bien. A uno le cuesta ver un pez cuando acude al río, y nuestros visitantes parece que no se aburrieron. Doble mérito, sin duda, de la organización, por más que uno no deje de maravillarse. Pues, por pura lógica, hubiese encontrado más natural un Campeonato del Mundo de caza del cormorán.

sábado, 16 de julio de 2022

Terrorismo fluvial

 Carta al director publicada en La Nueva España, 2 de julio de 2022

Ayer decidí acercarme a dos ríos de Villaviciosa que llevaba dos años sin visitar. Primero estuve en el Sebrayo, donde me llevé la primera gran decepción al comprobar que ya no existía la pequeña presa de su tramo inferior, que era el reservorio natural de las pocas truchas que aún quedaban por allí. Era una presa muy sencilla, y aunque siempre la conocí, imaginé que había desaparecido, como tantas otras, por efectos de las riadas y de la falta de mantenimiento. Eché apenas media docena de varadas por la zona sin obtener una sola picada, y entonces cambié al Valdediós. Allí la idea siempre era la misma: inspeccionar la presa de Conciella, por ver si tenía la suerte de toparme con alguna de las grandes truchas que en ella hallaban alimento y refugio. Los ejemplares eran contados, pero en los muchos años que la visité pude hacerme con unos cuántos que raramente se ven en otros ríos. Pero nueva y terrible sorpresa: ¡ya no estaba la presa! Y esta, a diferencia de la otra, era tan sólida y bien construida, que nunca albergué temor alguno de que fuera a desaparecer. Sin embargo la explicación me la dio una vecina de allí: se habían cargado varias presas en la zona. No voy a describir lo que sentí entonces, porque no es fácil explicar cómo te sientes despojado de repente y sin razón de algo que siempre conociste y que de algún modo forma parte de tu esencia. Sólo diré que sentí y sé que sentiré siempre una rabia infinita y un odio eterno hacia los responsables de estos hechos. Y no por interés, porque apenas iba por allí una o dos veces al año, sino por el gran daño irreversible hecho a los ríos. Estas presas eran la defensa natural de las pocas truchas que quedaban, pero una mente siniestra había decidido eliminarlas. Y el daño es irreversible. ¿Por qué? ¿Por estupidez? ¿Por maldad? Eso lo ignoro. Aunque una sospecha tuve cuando me refirió la vecina que este invierno habían estado allí varios camiones durante varios días. Me vino a la cabeza la palabra negocio, y aún no encuentro otra explicación. Sin embargo los malos de la película siempre somos los pescadores. Nos tratan como delincuentes registrándonos el coche sólo por ser pescadores, y sin embargo yo afirmo sin temor a equivocarme que los verdaderos terroristas están en los despachos.

 

sábado, 4 de diciembre de 2021

Entrevista en la radio: Orbayu Naturaleza

 

 

Ayer tarde me entrevistaron para presentar el libro Anécdotas de 21 años de río en el programa semanal que emite Radio Intereconomía en Asturias sobre caza y pesca. El programa se llama Orbayu Naturaleza, y lo dirige y presenta Rafa González. Se puede escuchar el podcast en el siguiente enlace, la entrevista empieza en el minuto 29´.14´´:

https://go.ivoox.com/rf/79154132

  Rafa González repasa cada viernes en el programa decano de la radio asturiana toda la actualidad del mundo de la caza y la pesca en Asturias. Con la colaboración de los presidentes de diferentes sociedades de caza y de pesca, además de reconocidos aficionados y colaboradores expertos de la emisora, se recogen todas las opiniones en un espacio plural para compartir aficiones y estar al tanto de toda la actualidad del sector.


jueves, 4 de noviembre de 2021

Anécdotas de 21 años de río

 

Esta semana ha visto la luz la edición del libro que recoge, por medio de narraciones biográficas y multitud de fotografías, muchas de las particulares vicisitudes que me ocurrieron en los 21 felices primeros años en esta grata actividad: ANÉCDOTAS DE 21 AÑOS DE RÍO.

 

La publicación la ha realizado una editorial extremeña especializada en el mundo de la caza, EDITORIAL CANCHALES comprometida con la conservación y difusión de la literatura cinegética, que con este nuevo título, pretende adentrarse también en el mundo de la pesca, pues ambas -caza y pesca- piensan que son aficiones compartidas por muchos de nosotros, apasionados todos por el campo, los animales y la naturaleza.

Esperan que esta publicación les permita continuar en la senda que hoy comienzan a caminar, incrementando con otras nuevas publicaciones su literatura sobre pesca.

Y en cuanto a las razones que me movieron a escribir, sospecho que sería por tratar de unir la afición a la caña con el gusto a las letras. Además supongo que deseaba seguir “pescando” en tiempo de veda… Porque aunque uno no pueda vivir sólo de recuerdos, resulta innegable que los recuerdos, si son buenos, también ayudan a vivir. Y para el pescador creo que todos los recuerdos son buenos. Incluso los fracasos. Porque si es sabio y objetivo ganará una enseñanza, y en todo caso le servirán para sentirse más vivo justamente por haberlos vivido. 

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