Parece que ya queda poco para que podamos volver al río
con la caña. Sin embargo no lancemos cohetes. No están las cosas para
ello, ni cerca, ni lejos del río. Además de la proliferación
descontrolada de predadores - cormoranes, garzas, patos, nutrias - en la
mayoría de los cursos, existe otro factor que también incide muy
negativamente en las poblaciones de reos y salmones.
Me
refiero a la pesca con redes en los estuarios. Es una práctica
prohibida, que sin embargo se consiente. Al menos, en algunos casos.
Pondré dos ejemplos. Hace años, mi río en verano era el Esva. Había
bastantes salmones, aunque a mí me bastaba con los reos. Allí disfruté
de mis mejores años como pescador, y lo digo con tristeza, porque ya
llevo varios años sin pisar aquellas márgenes. Cuando había peces el
guarda mayor no escatimaba esfuerzos, vigilando día y noche. Pero el
bueno de Armando se jubiló, y el río se acabó. Al menos en su tramo
inferior, que era el más poblado por salmones y reos. Parece increíble
que una sola persona pueda condicionar las cosas de ese modo, pero la
realidad es tozuda, y en otros órdenes también nos es dado comprobarlo.
Otro
ejemplo. El río Esqueiro. Nada que ver con el Esva. Mucho más modesto.
Pero hace varias décadas tenía muchas truchas. Y hasta hace dos, siempre
tenía algún reo. No demasiados, pero en verano no era difícil llevarte
uno o dos a casa, y con ellos media docena de truchas. A veces no picaba
ninguno, pero al menos los veías. Ahora ya ni éso. La razón, muy
sencilla: a diario una o varias lanchas echan sus redes en la misma
desembocadura. Cualquiera puede verlas si acude allí de buena mañana.
¿Es posible? Les aseguro que sí. ¿Por qué? Eso lo ignoro, aunque puedo
asegurles que por mi parte se lo hice saber a cuantas autoridades o
responsables se supone que debían tomar cartas en el asunto. De eso hace
años, y hasta hoy. Y entre unas cosas y otras, así estamos...